No se han prodigado las mujeres a la hora de dirigir películas en nuestro país. Se tiene a Ana Mariscal como pionera, aunque sus trabajos tuvieron escasa repercusión. Posteriormente solo me atrevería a nombrar a Pilar Miró, Chus Gutiérrez, Gracia Querejeta, Iciar Bollain, Isabel Coixet, Patricia Ferreira y la decana Josefina Molina.

Y en nuestra tierra, Aragón, aún estábamos por estrenarnos hasta que ha irrumpido con fuerza arrolladora la figura de Paula Ortiz. Su primer largometraje, tras un largo proceso de producción, pudo ver la luz en este 2012 y ha conseguido ser una de las películas españolas más vistas de la temporada.

A quienes hemos seguido su trayectoria en el corto, no demasiado abundante pero siempre exitosa, no nos ha extrañado el buen acabado de su película y bien podemos decir que ha sido absolutamente coherente con la estética y el espíritu que esos cortos mostraban. “El rostro de Ido”, “Fotos de familia” y “El hueco de Tristán Boj” destilaban buen gusto, amor por lo literario y una clara apuesta por la belleza que entra por la vista.

En unos tiempos donde no es la sutileza ni el amor a lo bello lo que inunda nuestras pantallas, el estilo de Paula incluso puede sorprender. Ahí es nada una joven interesada por una estética que “incluso no parece española”, dicho esto como elogio en los labios de muchos.

A mí me hace pensar con frecuencia en el cine francés, algo que ahora que lo pienso cuadra muy bien con la propia presencia física de la buena de Paula, sobre todo cuando se toca con esas hermosas boinas que tan bien le sientan.

“De tu ventana a la mía” ha sido acogida como una película de mujeres. Nada que objetar: sus protagonistas son tres espléndidas actrices como Leticia Dólera, Maribel Verdú y nuestra Luisa Gavasa. Las historias están vistas a través de sus ojos y la mano femenina, el buen gusto y el amor por la belleza dejan a las claras que hay una mujer tras la cámara.

A quien suscribe le ha parecido un debut en la gran pantalla absolutamente prometedor. Ha sido una apuesta incluso arriesgada, justo en un momento muy difícil para la industria del cine, que ha salvado con nota alta. Nadie sabe qué será de su carrera tras la cámara. Quiero creer que más pronto que tarde volveremos a ver un trabajo suyo y estoy seguro que la belleza bendecirá esa obra como lo ha hecho en su opera prima.

Que su tierra haya acogido tan bien su trabajo tiene ahora continuación con esta nueva distinción que se le otorga, plenamente merecida a mi juicio.

Fernando Gracia