El que faltaba en el recuento (Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo)

No conozco una forma más sencilla, profunda, emocionante, saludable y gratificante de evadirse de la realidad que ponerse a mirar una película (o a imaginarla). Yo llevo haciéndolo unos 40 años lo que equivale, más o menos, a un tercio de la edad del cinematógrafo. De pequeño sobre todo las imaginaba, bueno, las rodaba a medias con mi vecino Rafa. Sí, a ninguno de los dos se nos daba bien el fútbol.

Ya más crecido procuraba no perderme la ocasión de ir al cine, ese santuario de voluptuosas vírgenes, santos dudosos, paisajes de leyenda y criaturas inefables. En los últimos tiempos mis posibilidades de verlas (las películas) en el cine o en casa, se han reducido tanto que he vuelto a activar mi cámara imaginaria. Todos los días ruedo algo, a veces llego a esbozar algún mediometraje, incluso algún largo.

Supongo que quienes tienen su libertad y sus movimientos tan restringidos como los residentes obligados de un centro penitenciario, llenarán también su cabeza y combatirán su rutina con mil películas. Y, no me cabe duda, se evadirán de su penosa condición cada vez que vean una película en la tele o en la pantalla de una sala del centro. El cine, sobre todo el buen cine, nos divierte, nos emociona, nos exalta, nos calma, nos acerca a realidades remotas, nos evade de la más cercana. Si no existiera todavía, tendríamos que inventarlo y no me extrañaría que, de darse el caso, el invento tuviera lugar entre los muros custodiados de Daroca. Allí, en su cárcel, el empeño de educadores tan comprometidos con su trabajo como creativos, sumado al entusiasmo de sus alumnos, ha propiciado la creación de una singular escuela de cine que lleva más de un lustro programando talleres y filmando cortometrajes.

Feliz germen de esa trayectoria es el Daroca&Prision Film Fest que verá la luz este año aportando un chorro de aire fresco al panorama de festivales de cine en Aragón… y en el mundo entero. Si bien extramuros hay abundancia de propuestas, en particular en el campo del cortometraje, ninguna conocemos que haya surgido desde dentro, reconociendo así y otorgando protagonismo a un público y a unos creadores ignorados habitualmente en el mundo de los festivales. Y en otros mundos. Aire fresco y también cálido, muy cálido porque quienes están tras el Daroca&Prision Film Fest son de esas personas que sólo saben hacer las cosas con tremendo cariño. Y, como dijo el sabio argentino, nos salvaremos por los afectos. Nos pedís que os demos la bienvenida, un  honor hacerlo, pero más justo es daros las gracias por haberos inventado de esa manera. ¡Salud y larga vida!

 

Josu Azcona.
Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo.

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